En un contexto global marcado por rápidos y constantes cambios —desde fluctuaciones económicas hasta transformaciones digitales profundas— la capacidad de las organizaciones para anticiparse, adaptarse y prosperar ya no depende solo de estructuras rígidas, sino de líderes que cultivan resiliencia. Ese será uno de los temas centrales del 23° Congreso Peruano de Gestión de Personas –GDP, a realizarse los días 10 y 11 de setiembre en Lima.
¿Por qué es tan relevante hoy? La volatilidad económica, la aceleración tecnológica, los cambios sociales y la creciente complejidad geopolítica han convertido la incertidumbre en una condición permanente. Este contexto exige un liderazgo que no solo responda, sino que inspire y guíe hacia adelante con certeza emocional y estratégica. Para las áreas de gestión de personas, esto supone ir más allá de la administración de recursos humanos y convertirse en arquitectos de entornos que sostengan tanto el bienestar como la productividad, incluso en escenarios adversos.
En tiempos así, la diferencia entre una empresa que sobrevive y otra que se estanca está en la capacidad de su liderazgo para sostener a su gente sin perder el rumbo.
Pasar de un liderazgo reactivo a uno resiliente implica cambiar la mirada: dejar de centrar la acción únicamente en apagar incendios para anticiparse, inspirar y dar coherencia a las decisiones, aun cuando no se tiene toda la información. La resiliencia no es una respuesta automática, sino una capacidad que se cultiva a través de prácticas consistentes.
En este cambio, el propósito se convierte en brújula. Los líderes que conectan a sus equipos con una visión clara generan cohesión y sentido de pertenencia, lo que permite que las personas mantengan el rumbo frente a la ambigüedad. La confianza es otro pilar: se construye en el día a día, no solo en los momentos críticos, y nace de la transparencia, la coherencia y la empatía con la que se toman y comunican las decisiones.
La resiliencia también demanda agilidad emocional: la habilidad de reconocer y gestionar el impacto que la incertidumbre tiene en uno mismo y en los demás. Un líder resiliente no ignora las emociones, sino que las canaliza para reforzar la energía colectiva y fomentar un entorno de apoyo mutuo. A esto se suma una cultura de aprendizaje continuo, donde experimentar, equivocarse y corregir rápidamente se consideran pasos legítimos en la búsqueda de soluciones.
Estos elementos —propósito, confianza, agilidad emocional y aprendizaje— son interdependientes y, cuando se trabajan de manera integrada, fortalecen la capacidad de una organización para adaptarse y prosperar en escenarios complejos.
En el próximo Congreso de Gestión de Personas, varios expertos profundizarán en estas ideas y ofrecerán herramientas prácticas para llevarlas a la acción. Entre ellos destacan Benjamin Laker, reconocido académico y referente global en liderazgo y futuro del trabajo, cuya experiencia ayudará a traducir estos principios en estrategias concretas; Juan Fernando Correa, presidente de Peruanos por Peruanos y ex gerente general del Grupo Falabella Perú, quien compartirá desde su propia experiencia como liderar con propósito y humanidad; y el psicólogo Roberto Lerner que discutirá el rol de las empresas respecto de la salud mental y el bienestar emocional, en un escenario en el que las maneras de desarrollarse, aprender, relacionarse y trabajar se transforman de manera acelerada.
Para mayor información sobre el 23° Congreso Peruano de Gestión de Personas –GDP visite nuestra web o comuníquese a informes@seminarium.pe.